domingo, 19 de abril de 2015
sábado, 18 de abril de 2015
TULIA. Pasillo. Gerardo Betancourt. Guillermo Betancourt, violín, John Jaime Villegas, tiple.
TULIA CHAVARRO DE BETANCOURT
“Tocada
suavemente por las musas -17 de febrero de 1919, 1 de mayo de 1985- y
habiéndose bañado en las castálidas fuentes, hizo de de la enseñanza su magisterio y de la crianza de sus hijos su
magisterio más íntimo y cálido. Su vena versificadora, ya chispeante y festiva,
ya didáctica y amena, otras veces amatoria, la dejaba caer sutilmente en el
marco hogareño, sin presunción de poeta, encontrando pretexto de las
situaciones familiares más grotescas para versificar de chunga y con regocijo,
levantando más de una vez alguna ampolla en la tribu, o dedicando su
inspiración a menesteres más elevados y de mayor formalidad. Así mismo, como
música, convirtió su casa en un taller de música en el que se fraguaban las
canciones que componía, las que se depositaban en el coro familiar o en solos
que luego amenizaban la navidad en casa o en la radio -¡la entrañable navidad
de entonces!- y en eventos religiosos o sociales. Algunos de sus laureles,
creemos, merecen la permanencia y trascendencia por su calidad y utilidad
didáctica y por su depurada inspiración poética.”
Estas líneas se
escribieron como apertura para una
pequeña publicación, que consigne su poesía didáctica y algunas de sus músicas
más afines a la enseñanza. El proyecto se titula Numen Didáctico. Enseñando Con Poesía.
Luego de
terminar sus estudios en la Escuela Normal de Gigante fue enviada a Timaná a
cumplir la exigencia del año rural; allá conoció a Leonidas Betancourt Perdomo
con quien casó en la idílica capilla de Tobo; en esa atmosfera perfumada por
las aguerridas leyendas que cimentaron la nacionalidad, Leonidas y Tulia
comenzaron la dura brega por la vida, con una felicidad jalonada por fecunda descendencia que no daba
cuartel en los afanes de cada día. En total fueron once.
Por razones
particulares su actividad en el Magisterio la llevó a Rivera, Aipe, Palermo y
finalmente establecida en Neiva fue durante muchos años Directora o seccional
de la escuela de Calixto Leiva.
Su devoción
magisterial es la cendra en la que María Tulia va dejando caer sus lauros,
según las necesidades didácticas, sin ella apenas proponérselo; así van
naciendo El descubrimiento de América,
Veinte de Julio y La Fundación de Neiva, poemas didácticos
hechos en su afán por perfeccionar el aprendizaje. Por supuesto la música es
factor esencial en la clase de María Tulia; ya fuese cantando, acompañándose
con el tiple o la bandola sus alumnos recibían el hermoso regalo de la
música, del canto que suaviza y afina el
temperamento, rocío que riega esta tierra abonada con el poder de la espiritualidad que emana del
cantar y de las imágenes bellas. ¡Cuánta falta hace esto, hoy más que nunca, en
la educación colombiana!